lunes, 11 de octubre de 2010

Y gracias a todas estas guerras, este mundo está así. Mafalda es la principal persona que ve y ayuda a componer este nuevo mundo
El miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento.
Cuántas cosas perdemos por miedo a perder.

Consecuencias.

La principal consecuencia de la Guerra Civil española fue la gran cantidad de pérdidas humanas (tal vez más de


medio millón), no todas ellas atribuibles a las acciones propiamente bélicas y sí muchas de ellas relacionadas


con la violenta represión ejercida, si bien la represión en el lado franquista era patrocinada por las


autoridades, en el lado republicano, respondía a la pasión popular mal interpretada. Asimismo la represión


franquista no remitió al final de la guerra y continuó hasta los últimos días de la dictadura. Se puede


considerar como consecuencia destacada el elevado número de exiliados producidos por el conflicto, algunas


de cuyas principales figuras políticas constituyeron durante muchos años el gobierno republicano en el exilio.

Evidentemente además de las consecuencias humanas anteriormente descritas, la consecuencia politica es  de una magnitud impresionante puesto que viene a significar el final de un periodo democrático jamás visto antes en este país para ser sustituido por una dictadura sangrienta y represiva, que se prolongará cerca de medio siglo. Esta dictadura además supondrá un freno a la cultura y la intelectualidad de este país.
En lo que respecta al aspecto económico, las consecuencias principales fueron la pérdida de reservas, la disminución de la población activa, la destrucción de infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas —todo lo cual provocó una disminución de la producción—, y, en fin, el hundimiento parcial del nivel de renta. La mayoría de la población española hubo de padecer durante la contienda y, tras terminar ésta, a lo largo de las décadas de 1940 y 1950, los efectos del racionamiento y la privación de bienes de consumo.


El alzamiento

El alzamiento militar que daría paso a casi tres sangrientos años de guerra civil se inició de improviso en Melilla el 17 de julio de 1936 pero para que éste se produjera hizo falta la connivencia de grupos de presión político-económicos y la ayuda del Ejército. En esta sección describiremos el alzamiento y como éste se convirtió, tras su fracaso, en un conflicto bélico de amplias proporciones.
El 17 de julio de 1936 los militares más conservadores del Ejército se levantaron contra el gobierno de la República. El alzamiento comenzó antes de lo planeado en Melilla. Pronto se extendió a Tetuán y a Ceuta donde el coronel Juan Yagüe se apoderó de la ciudad sin disparar un solo tiro. Prácticamente todo el Marruecos español estaba en manos de los rebeldes antes de que Franco, procedente de las Canarias, se pusiera al mando de las tropas sublevadas. Al día siguiente, 18 de julio, el levantamiento se extendió a la Península.




Ese día los principales levantamientos tuvieron lugar en Andalucía.





 


Revolución en la zona Republicana

El fallido golpe de Estado planteado por algunos militares contra la República había dejado libre de cualquier control a las organizaciones obreras. La revolución se expandió en aquellos núcleos poblacionales donde el alzamiento había fracasado o no se había producido. En todos esos sitios se crearon comités de control formalmente constituidos por los partidarios del Frente Popular junto a los anarquistas. Una de las primeras actuaciones de estos comités de control fue la prohibición de los partidos de derechas y la confiscación de los bienes de todos aquellos que de una forma u otra se hubieran opuesto a la República.








Bando Republicano

Las fuerzas republicanas recogían un amplio espectro político que iba desde los anarco-sindicalistas (CNT-FAI, confederación nacional del trabajo-federación anarquista ibérica), pasando por los comunistas PCE-PSUC así como diversas tendencias marxistas (POUM, trotskistas) socialistas y socialdemócratas (PSOE partido socialista obrero español su sindicato afín UGT) partidos republicanos de izquierdas (izquierda republicana y Ezquerra republicana de Catalunya ERC), partidos de centro de tendencia nacional (PNV partido nacionalista vasco) radicales (partido radical de Lerroux) y diversas tendencias de carácter progresista (Rabasaires y movimientos obreros campesinos).
Todos ellos tenían en común el apoyo a la República por un motivo y otro, así por ejemplo los anarquistas apoyaban por un sentido pragmático que no ideológico los radicales la apoyaron en su etapa parlamentaria aunque después no participaron en el esfuerzo de guerra y el PNV, por que con ello apoyaba su propia autonomía aún a pesar de ser un movimiento de carácter católico aliado con el resto de las fuerzas de la república que eran esencialmente anticlericales.

El bando republicano estuvo constituido en torno al gobierno legítimo de España, el del Frente Popular, coalición de partidos marxistas y nacionalista, apoyado por el movimiento obrero, los sindicatos marxistas y anarquistas, los nacionalistas periféricos, parte de los demócratas constitucionalistas, otras fuerzas republicanas y de quienes sencillamente aspiraban a instaurar una dictadura de corte soviético, la Dictadura del Proletariado.


Obreros


Bandera Bando Republicano


Primeras campañas



Hacia el 22 de julio ya se podía decir que en España había guerra, y no una simple rebelión y la resistencia contra ella. Las milicias de los sindicatos y los partidos empezaron a considerarse soldados al mismo nivel que la guardia de asalto o el ejército regular. Los generales del bando rebelde organizaron columnas según el modelo que habían utilizado durante las guerras de Marruecos para rematar la revolución.
Desde el bando sublevado el general Mola, enfrentándose a una situación sin precedentes, trataba de organizar el esfuerzo bélico con todo lo disponible. En la zona sublevada del norte controlada por su mando debía convertir a la amalgama de fuerzas regulares, guardias civiles, grupos de voluntarios falangistas y requetés carlistas en unidades de combate organizadas. Pronto estuvo en disposición de ello dando a sus fuerzas el nombre de “nacionales”, término erróneo claro ésta, pero que les daba la apariencia de ser el único ejército de España luchando frente a un ejército extranjero. Las primeras operaciones de este ejército fueron el intento de socorrer la plaza de Guadalajara, situada al sur de sus posiciones, pero ésta ya había sido dominada por fuerzas afectas a la República. Otras columnas se dirigieron desde Valladolid a Madrid, contaban con un ilimitado entusiasmo, pero el entusiasmo no suplía la carencia de municiones y su avance quedó detenido en la sierra de Guadarrama.